El sistema de control del hambre está marcado en buena parte por las señales supresoras del apetito vinculadas a las hormonas leptina e insulina, que intervienen en los mecanismos de regulación del peso corporal entre otros procesos metabólicos de importancia.
Un estudio realizado en Estados Unidos por el Centro Médico UT Southwestern de Dallas, publicado en The Journal of Clinical Investigation, ha demostrado en ratones que esos mecanismos de control se ven seriamente afectados cuando se ingiere algo con un alto nivel de grasa; siendo el ácido palmítico que se encuentra en carnes, mantequilla, quesos y leche particularmente eficaz a la hora de instigar este mecanismo.
Los investigadores afirman haber demostrado con este estudio que toda la química cerebral de una persona puede cambiar en un período de tiempo muy corto. Sus hallazgos sugieren que cuando se toman comidas con alto contenido de ácidos grasos, éstos llegan al cerebro haciendo a la persona resistente a la insulina y la leptina.
O sea, que la grasa de ciertos alimentos como las hambuerguesas o los helados, va directo al cerebro e impiden dejar de comer por bloquear los sistemas de control al disparar señales desde el cerebro a las células del cuerpo alentándolas a ignorar las señales supresoras del apetito.
En un comunicado la investigadora Deborah Clegg explicó que en condiciones normales nuestro cuerpo está preparado para decir cuando se ha tomado suficiente comida, pero eso no ocurre siempre cuando ingerimos alimentos sabrosos con alto contenido de grasas. En sus palabras, “dado que el cerebro no te dice que dejes de comer, ingieres de más“.
Las conclusiones de esta investigación vienen a reforzar las recomendaciones sobre la dieta de limitar la ingesta de grasa saturada, porque te lleva a comer más.
Así que la próxima vez que te sientas tentado a comer una segunda hamburguesa reflexiona y recuerda que no eres tú quien lo ha decidido si no que estás bajo la influencia de los ácidos grasos apoderándose de tu cerebro.
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